ENTRE LA VERDAD Y LA MENTIRA





En este momento lo mejor que puedo dar del mundo en el que vivo, es olvidarlo por un tiempo.

 Enamorada de la vida y odiando la vida que nos quieren hacer vivir, opto por dejar de hablar de nuestras dificultades por el tiempo que mi corazón me lo permita y centrarme en otros temas que aunque complicados, difíciles, divertidos , fáciles o dolorosos me permitan descansar del sufrimiento del mundo en general por el que poco puedo hacer a no ser que denunciarlo.

Del amor al odio a veces solo hay un paso, esa línea fina que nos hace amar demasiado, tanto que cuando ese amor no es correspondido, sufrimos y ese sufrimiento nos puede llevar al odio.

Cuando cometemos algún acto que nos hace odiarnos a nosotros mismos, dado nuestro propio egoísmo intentamos taparlo, esconderlo o convencernos de que no es lo que es.

Somos mentirosos hasta con nosotros mismos.

No es mejor aquello que ocultamos, no duele menos,  no hace menos daño a otros, simplemente no nos hace sentir culpables porque no pensamos en ello, no nos duele porque lo ponemos en la recamara y no se lo decimos a los otros para que no nos lo reprochen, o nos haga acudir a nuestra conciencia nuestra vileza.

En este mundo misterioso del yo…nos movemos.

Un niño que suspende y no enseña  las notas a sus padres, o falsifica la firma de sus padres, lo hace para evitar el castigo, para que no sepan que es un vago y no le critiquen, para no hacer visible su poco talento o su vaguearía, pero no por eso la acción deja de existir, y no por eso cuando lo sepan los padres, sea tarde o sea pronto…el dolor se triplicará porque ya no solo la primera acción de no estudiar es mala, sino que para tapar la mentira, hay otra que duele mas la de falsificar y luego esta la que yo considero la mayor de todas la de mentir.

Un alcohólico, que niega a si mismo su enfermedad y sigue bebiendo y mintiéndo  para hacerlo, se odiará en muchos momentos para volver a mentir y olvidar sus mentiras bebiendo y creyendo que así dejarán de existir.

Todos hablamos de la verdad, pero todos mentimos, a todos nos duele que nos engañen que nos mientan, y sin embargo somos incapaces de ser sinceros.

Y nos mentimos nuevamente a nosotros mismos para justificar que nuestras mentiras son mejores, piadosas, dignas, necesarias incluso…antes de ser capaces de sincerarnos con nosotros mismos.

Muchas de nuestras mentiras o las de otros, nos hacen odiarnos, por lo que no dijimos o debíamos de decir, por nuestros silencios, cuando debíamos de decir una palabra de amor, de aliento, de compasión o una palabra dura para corregir a un hijo, ayudar a un amigo.

Ese debate entre en amor y el odio tiene mas vertientes, la de amigos, parejas, familiares…pero lo dejamos para otro dÍa.

Intentemos vivir con la misma sinceridad, con la que lo haríamos el ultimo dÍa de nuestra vida.

¿ Pero podríamos ser sinceros, totalmente sinceros, el ultimo día de nuestra vida o nos podrá mas nuestras mentiras eternas a pesar de odiarnos por ello…..?